7. Nube
Las ideas, como los procesos y los proyectos de arquitectura, nacen como algo informe, indefinido, errático, borroso. La nube es el emblema de lo impreciso, y nos fascina en su progresivo discurrir, en sus evanescentes metamorfosis. El dibujo en el proyecto atraviesa caminos zigzagueantes y sinuosos, meandros invisibles entre orillas inciertas. Las cosas y los procesos tienen en el pensar y en el hacer un momento de indefinición, un estadio matriz en el que germinan lentamente. Ver figuras en las nubes es un juego conocido, pero existe también el contrario: ver nubes en las cosas. Se trata de un ejercicio nada banal, pues lo recuerda Leonardo en su Teoría de la Pintura. En cada proceso es importante aceptar sus propias leyes, pese a nuestra pretensión de exactitud, frente a nuestra impaciencia de saber. El lento transcurrir de las formas es una ley de todo proceso vital. Quizás Borges tenga razón cuando, fascinado por el enigma de las formas, nos sugiere que todo es una nube: “No habrá una sola cosa que no sea Somos los que se van. La numerosa […] Por el aire andan plácidas montañas (1) Jorge Luis Borges, Nubes, en Obra Poética 1923-1985, Emecé Editores, Buenos Aires, 1989, págs. 673-674. |