33. Papel de periódico

Papel de periódico.
Papel de periódico. © Antonio Juárez, 2016.

No es fácil sospechar que algo que cada día entra a formar parte de nuestros objetos de desecho haya sido el detonante imaginario de uno de los experimentos pedagógicos del pasado siglo que fundaban no sólo toda pedagogía del diseño gráfico contemporáneo sino también los fundamentos del adiestramiento visual sobre el espacio y la materia.

A lo largo de casi toda su trayectoria docente, Josef Albers desarrolló ejercicios que exploraban las propiedades de materiales sencillos para ejercitar la visión y las habilidades de manipulación progresivamente complejas de los mismos.

La condición sencilla del papel de periódico, un material de escaso valor pero que llevaba inserto el orden gráfico de los tipos impresos sobre él, le interesó profundamente.

Además de la manipulación física, abierta a configuraciones desconocidas, que desvelaba cualidades internas de la materia, ejercicios en los que en tantas ocasiones el papel de distintas naturalezas había ocupado un papel fundamental, el papel de periódico, con sus hileras de renglones y la trabazón interna de los elementos que contenía fue el desencadenante de sorprendentes ejercicios en los que se ponía a prueba el adiestramiento visual y espacial del estudiante.

La denominada “tipofactura” una trabazón de letras en tinta, como si se tratara de una partitura, muestra una factura material de un orden similar al de una materialidad física (madera, acero, cartón…) y es paralela a una materialidad intelectual, ya vislumbrada también por los constructivistas, trabada por colores, líneas, puntos y planos. Las huellas del dibujo manual o de las teclas de una máquina de escribir evocaban el espacio del papel de periódico sometido éste a múltiples transformaciones. Nuevas condiciones materiales aparecían entre los signos dibujados o mecanografiados que, como las ondas que se transmiten por un medio físico, reflejaban múltiples frecuencias y registraban leyes rítmicas complejas. Estos ejercicios de tipofactura manifiestan el alto nivel de sensibilidad y la capacidad pedagógica de Josef Albers, y dan fe del alcance de una invención que arranca de algo tan cotidiano y elemental como el papel de periódico:

“Una característica especial de nuestro dibujo de matière […] es la presentación gráfica del papel de periódico. Como resultado de un tratamiento de la superficie del papel, es decir, de la impresión gráfica de las letras en tinta, clasificamos el papel de periódico como “factura” (siguiendo nuestra terminología sobre la matière) bajo el nombre de “tipofactura”. La tarea consiste en dibujar el aspecto típico de una página de texto de periódico que presenta solamente información escrita sin ningún elemento pictórico o ilustración de ningún tipo. 

Aunque, aparte de las líneas de la columna vertical, esa página consiste exclusivamente en letras, no las visualizamos por separado. En su lugar, las percibimos agrupadas en conjuntos de palabras, visualmente la unidad básica de una línea de texto. 

Por lo tanto, tratamos de garabatear grupos de palabras, más cortos y más largos, como parte de estas líneas de texto situadas a igual altura. Y cuando sentimos nuestras manos lo suficientemente firmes como para repetirlas de alguna forma distinta, tratamos entonces de componerlas a igual tamaño y equidistantes en las partes de una columna. Todo ello hecho a pulso, sólo con las líneas de la columna (verticales y además equidistantes) dibujadas con la ayuda de una regla.

Cuando se trazan por primera vez, como una pauta, líneas de tipofactura, sobreestimamos la cantidad de blanco (de papel) que se intercala tanto entre las líneas negras de texto como dentro de ellas. Y se necesita un gran esfuerzo para apretar y condensar esas líneas, para conseguir que el color negro se muestre convincentemente dominante, tanto como un negro “perlado” uniforme. Y todo ello dentro del orden estrictamente horizontal-vertical de la impresión de tipos.

De nuevo nos exponemos a la percepción educativa de que se necesita entrenamiento y, por tanto, tiempo para conseguir que el ojo reconozca cada proporción y emplazamiento, y la mano firme para el manejo adecuado del lápiz. Así pues, dibujar exige habilidades, como ocurre con las labores manuales; muchas más que las que requieren nuestros estudios sobre el color y el diseño.” (1)

 

(1) ALBERS, Josef, Search vs. Re-Search, Trinity College Press, Hartford, Connecticut, 1969. Traducción de Elena Romero Sánchez. Agradezco a Elena Romero sus abundantes sugerencias en torno a la idea de matière en Josef Albers.