37. Constelación

Constelación
Constelación © Antonio Juárez, 2020

A lo largo de la historia la azarosa dispersión de los astros del firmamento ha llevado al ser humano a buscar figuras que, en sus conexiones imaginarias, expliquen sus orígenes míticos y las raíces ancestrales de nuestra historia. Las constelaciones se han ido cargando de sentido y han poblado capilarmente relatos antiguos y nuevos, mágicos y científicos, de muchas de las manifestaciones del profundo sentir humano.

La presencia de puntos fijos o móviles en el espacio sin aparente conexión conlleva, como una de las leyes de nuestra percepción, el reconocimiento de un progresivo tránsito en el que lo ambiguo se convierte en reconocible, lo confuso en significativo, la sugerencia en origen de un proceso mental, que puede cristalizar –como en otros detonantes imaginarios– en discurso, grafía, trazo o estructura consistente (Gestalt).

El memorable poema de Stéphane Mallarmé “Coup de dés“, fechado en 1897, el año antes de la muerte del poeta, guarda sutiles conexiones con estas ideas. Como una constelación de palabras entrecortadas, en el texto se contiene la conocida y paradójica expresión “un golpe de dados nunca abolirá el azar”. Se trata de palabras lanzadas como dados sobre el papel, que hacen de su lectura una errática tarea de difícil alcance. Las escurridiza densidad de este texto se encuentra sutilmente en el origen de muchas de las manifestaciones del arte de vanguardia y continúa ejerciendo hoy un particular magnetismo. Jorge Oteiza, entre otros muchos, reconoció en Mallarmé el mérito de espacializar la escritura, haciendo estallar el texto en el espacio vacío de la hoja en blanco. No en vano el escultor vasco dedica a Mallarmé un Homenaje escultórico en la etapa de madurez de su trabajo, al tomar conciencia de que en su obra se explora el espacio vacío de un modo sin precedentes. En la transparencia del blanco del papel, entre sus márgenes, se manifiestan acusaciones y alegrías, desesperaciones y consuelos, por encontrar orden en el desorden, y los blancos y negros de sus páginas adquieren una desconocida dimensión.

Esta radical espacialización de la escritura del Coup de dés ha llegado a plasmarse con intensidad en sus aspectos lúdicos, poéticos, tipográficos, musicales y constructivos.

Las palabras que sirven de pórtico de esta pieza parecen situarlo en los abismos de la conciencia y del quehacer humano:

JAMÁS
AUNQUE LANZADO EN CIRCUNSTANCIAS
ETERNAS DESDE EL FONDO DE UN
NAUFRAGIO”

Dentro del propio texto, entre los diferentes tamaños de su tipografía podemos leer, de manera entrecortada pero reconocible, “EL AZAR […] SERÍA […] HABRÁ TENIDO LUGAR […] SINO EL LUGAR […] EXCEPTO QUIZÁS […] UNA CONSTELACIÓN.”

Como afirma José Lezama Lima, Mallarmé intenta en su Coup de dés “el avance y retroceso de los timbres y la colocación del poema en la jerarquía de las constelaciones.” Y en otro lugar del poema aparece otra afirmación sorprendente: “Todo pensamiento lanza un golpe de dados”.

Un singular vaivén entre la lógica y lo irracional, lo metódico y lo extraño, parece presidir el texto, como si de un ‘dispositivo’ de orientación en lo impredecible se tratara. El texto funciona como un generador de multiplicidades de sentido en el sinnúmero de los mecanismos de ordenamiento con los que el pensamiento trata, a través de caminos zigzagueantes –sucesivos ‘golpes de dados’–, abrirse paso en cualquier proceso creativo, productor y organizador del espacio. Se presentan, de este modo, singulares correspondencias con los mecanismos que afectan tanto a la acción como a la reflexión, en donde se entrelazan mecanismos conscientes y resortes inconscientes del trabajo creativo. Son profundas las sugerencias que este texto contiene para aquellos que trabajamos con el espacio, el proyecto y la construcción.

No existen muchos datos sobre el contexto inmediato en el que Mallarmé compuso el Coup de dés. Sin embargo, otro gran lúcido escritor francés, Paul Valéry, recoge algunas notas que arrojan datos reveladores sobre este hallazgo. En ellas relata como fue testigo del proceso de Mallarmé con fulgurante precisión. Sirvan estas palabras para introducir las reveladoras observaciones de Valéry y el contexto de las ideas que laten en este importantísimo texto que marcó para siempre el ritmo de la modernidad poética.

En este breve relato Valéry rememora sus encuentros con Mallarmé:

“Creo que soy el primer hombre que haya visto esta obra extraordinaria. Apenas la hubo terminado, Mallarmé me rogó ir a su casa; me introdujo en su cuarto de la calle de Roma, donde detrás de una antigua tapicería reposaron hasta su muerte, señal dada por él de su destrucción, los paquetes de sus notas. Sobre su mesa de madera muy oscura, cuadrada, de patas torcidas, dispuso el manuscrito de su poema, y se puso a leerlo con una voz baja, igual, sin el menor ‘efecto’, casi para sí mismo.

[…] Habiéndome leído lo más lisamente del mundo su Coup de dés, como simple preparación para una mayor sorpresa, Mallarmé al fin me hizo considerar el ‘dispositivo’. Me pareció ver la figura de un pensamiento, por la primera vez situado en nuestro espacio… Aquí verdaderamente, la extensión hablaba, pensaba, engendraba formas temporales…

 El 30 de marzo de 1897, dándome las pruebas corregidas del texto que debía publicar ‘Cosmópolis’, me dijo con una admirable sonrisa, ornamento del más puro orgullo inspirado a un hombre por su sentimiento del universo: “¿No encuentra usted que es un acto de demencia?”

 Un poco después, en Valvins, junco al reborde de una ventana abierta al tranquilo paisaje, desplegando las magníficas hojas de pruebas de la gran edición compuesta por Lahure (no llegó nunca a aparecer), me hizo el nuevo honor de preguntarme mi opinión sobre ciertos detalles de esta disposición tipográfica, que era lo esencial de su tentativa. Yo buscaba, proponía algunas objeciones, pero con el solo designio de que él respondiera…

 La noche del mismo día, mientras me acompañaba al ferrocarril, el innumerable cielo de julio encerrando todas las cosas en un grupo centelleante de otros mundos, y cuando marchábamos, fumadores oscuros, en medio de la Serpiente, del Cisne, del Águila, me parecía ahora estar cogido en el texto mismo del universo silencioso… En el hueco de una noche tal, entre los asertos que cambiábamos pensaba en la tentativa maravillosa: ¡Qué modelo, que enseñanza allá arriba! Donde Kant, bastante ingenuamente, quizá, había creído ver la Ley Moral, Mallarmé percibía sin duda el Imperativo de una poesía, de una Poética… Ha intentado, pensaba yo, “levantar al fin una página a la potencia del cielo estrellado.” [*]

[*] Paul Valéry, Variété Il (N. R. F., París, 1929, págs. 169-175).